Sistema de Admisión

Sistema de Admisión

El sistema de admisión en un motor de combustión interna desempeña un papel fundamental en el proceso de generación de potencia, ya que es responsable de permitir el ingreso del aire —o mezcla aire-combustible, dependiendo del tipo de inyección— hacia los cilindros. Su diseño y eficiencia influyen directamente en el rendimiento, el consumo de combustible y las emisiones del vehículo. Este sistema, aunque aparentemente simple, está compuesto por diversos elementos que deben trabajar en armonía para garantizar un suministro óptimo de aire en diferentes condiciones de operación del motor.

Funcionamiento del sistema

El proceso de admisión comienza cuando el pistón desciende durante el tiempo de admisión, generando un vacío que succiona el aire atmosférico hacia el interior del cilindro. En motores con inyección indirecta, este aire se mezcla con el combustible antes de entrar a la cámara de combustión; en motores con inyección directa, el aire entra solo y el combustible es inyectado directamente dentro del cilindro.

El aire primero atraviesa el filtro de aire, que lo limpia de partículas e impurezas, luego pasa por el sensor de flujo de masa de aire (MAF) o el sensor de presión absoluta del colector (MAP), dependiendo del sistema, para que la unidad de control del motor (ECU) pueda calcular la cantidad de combustible adecuada. A continuación, el aire fluye por el cuerpo de aceleración, que regula su paso mediante una válvula mariposa controlada electrónicamente o por cable. Finalmente, el aire entra al colector de admisión, donde se distribuye hacia los cilindros a través de los conductos que conectan con las válvulas de admisión de cada cámara de combustión.

Componentes principales

Uno de los elementos más reconocidos del sistema es el colector de admisión, diseñado para repartir el aire de manera uniforme a cada cilindro. Su geometría, longitud y diámetro afectan el comportamiento del motor en diferentes rangos de revoluciones. En algunos casos, los colectores cuentan con sistemas de geometría variable que modifican el flujo de aire para optimizar la potencia a bajas o altas revoluciones.

Otro componente clave es el cuerpo de aceleración. Este puede estar accionado mecánicamente (mediante un cable conectado al pedal del acelerador) o electrónicamente (drive-by-wire), siendo este último más común en vehículos modernos por su precisión y adaptabilidad.

El sensor MAF mide la cantidad de aire que ingresa al motor, mientras que el sensor MAP determina la presión dentro del colector de admisión. Ambos sensores aportan datos fundamentales al módulo de control para el cálculo del tiempo de inyección y la duración del pulso del inyector.

En vehículos con sistemas de admisión forzada, como los turbocompresores o supercargadores, el sistema también incluye un intercooler, cuyo propósito es enfriar el aire comprimido antes de que entre al motor, aumentando su densidad y mejorando la eficiencia de la combustión.

Influencia en el rendimiento

La eficiencia volumétrica de un motor está directamente relacionada con la capacidad del sistema de admisión para llenar los cilindros de aire. A mayor cantidad de aire disponible, mayor será la masa de oxígeno para la combustión, lo que se traduce en un incremento de potencia. Por esta razón, tanto fabricantes como preparadores de vehículos se enfocan en optimizar este sistema para lograr mejoras de rendimiento.

Los diseños deportivos suelen incorporar admisiones de alto flujo, tubos de admisión directa (conocidos como cold air intakes) o modificaciones al colector que permiten una mejor respiración del motor. En motores atmosféricos, estas mejoras pueden generar incrementos modestos de potencia, mientras que en motores sobrealimentados los resultados son más notorios.

El uso de materiales como aluminio, fibra de carbono o plásticos de alta resistencia también responde a la necesidad de minimizar la absorción de calor, ya que el aire caliente reduce la densidad y por ende la eficiencia del sistema.

Variaciones según el tipo de motor

En motores diésel, el sistema de admisión cumple con la misma función básica, pero incluye variaciones importantes. Por ejemplo, en muchos diésel modernos se emplean válvulas de mariposa de admisión que actúan para controlar el flujo de aire en función de la recirculación de gases de escape (EGR) y del funcionamiento del turbo.

También es frecuente encontrar sistemas de admisión con geometría variable, especialmente en vehículos con múltiples etapas de sobrealimentación. Estos sistemas se adaptan dinámicamente a las condiciones del motor para maximizar la eficiencia en un rango más amplio de revoluciones.

En motores con tecnologías avanzadas, como los sistemas VTEC de Honda o Valvetronic de BMW, las válvulas de admisión no solo se abren y cierran en un tiempo preciso, sino que también modifican su alzada y duración para controlar el flujo de aire, eliminando en algunos casos la necesidad de una mariposa de aceleración.

Mantenimiento y problemas comunes

El mantenimiento del sistema de admisión es crucial para garantizar el buen funcionamiento del motor. El filtro de aire debe revisarse regularmente, ya que su obstrucción reduce el flujo de aire y obliga al motor a trabajar con mezclas más ricas en combustible. Un filtro en mal estado también permite el ingreso de partículas abrasivas que pueden dañar los cilindros y pistones.

Los depósitos de carbonilla son otro problema habitual, especialmente en motores con inyección directa, donde no hay lavado de válvulas por parte del combustible. Estos residuos pueden acumularse en las válvulas de admisión, restringiendo el flujo de aire y generando fallos de encendido, pérdida de potencia y aumento de emisiones.

Los sensores MAF o MAP contaminados pueden enviar datos erróneos a la ECU, lo que causa desajustes en la mezcla aire-combustible, ralentí inestable, dificultad para arrancar el motor y reducción de la respuesta del acelerador.

Además, fugas de vacío o grietas en el colector de admisión pueden alterar la presión interna y provocar errores en el sistema, haciendo que el motor trabaje de forma irregular o entre en modo de emergencia.

Innovaciones recientes

El diseño de los sistemas de admisión ha evolucionado significativamente en los últimos años, impulsado por la necesidad de cumplir con normativas ambientales más estrictas y mejorar el rendimiento térmico. Algunas marcas han comenzado a implementar válvulas termostáticas electrónicas que controlan el flujo de aire y su temperatura, integrando sensores inteligentes que permiten ajustes en tiempo real.

Otra innovación destacada es la inyección de agua en la admisión, una técnica redescubierta que permite enfriar el aire de entrada y reducir el riesgo de detonación en motores de alto rendimiento. Sistemas como el Water Injection de BMW han sido implementados en modelos como el M4 GTS con resultados muy positivos.

Por otro lado, el uso de sistemas activos de sonido en la admisión permite modificar la percepción acústica del motor, sin afectar su rendimiento, una característica buscada en autos deportivos y de lujo para mejorar la experiencia del conductor.

Consideraciones técnicas

La correcta selección y diseño del sistema de admisión influye directamente en la curva de par y la potencia máxima del motor. Un colector largo favorece el torque a bajas revoluciones, mientras que uno corto mejora la respuesta a altas RPM. Este principio es aprovechado en sistemas de admisión variable como los DISA de BMW o los Dual Stage Intake de Ford.

El diseño debe considerar además el fenómeno de resonancia y ondas de presión que se generan con cada apertura de válvula. Aprovechar estas ondas para forzar más aire hacia el cilindro es parte del fenómeno conocido como efecto ram, utilizado en diseños de alto rendimiento.

Asimismo, la estanqueidad y rigidez del sistema son vitales para evitar fugas, vibraciones o pérdida de presión, especialmente en motores sobrealimentados, donde las presiones de admisión pueden superar ampliamente el nivel atmosférico.