El Sensor de Posición del Acelerador o TPS, por sus siglas en inglés Throttle Position Sensor, es un componente fundamental en los sistemas modernos de inyección electrónica de combustible. Su función es informar a la unidad de control del motor (ECU) sobre la posición exacta en la que se encuentra la mariposa del acelerador en cada momento. Con esta información, la ECU determina cuánto aire está ingresando al motor y ajusta, en consecuencia, la cantidad de combustible que debe inyectarse, el avance del encendido y otros parámetros relacionados con el desempeño y la eficiencia del motor.
Aunque a primera vista pueda parecer un sensor más dentro del entramado de gestión electrónica del motor, su rol es mucho más determinante de lo que muchos creen. Una falla en el TPS puede traducirse en problemas de aceleración, consumo excesivo, ralentí inestable o directamente en una pérdida de respuesta del motor, ya que sin la señal correcta de este sensor, la ECU trabaja “a ciegas” respecto a la demanda del conductor.
Ubicación y principio de funcionamiento
El TPS suele encontrarse físicamente acoplado al cuerpo de aceleración, en el eje de la mariposa. A medida que el conductor presiona o suelta el pedal del acelerador, la mariposa gira, modificando la apertura del paso de aire hacia el múltiple de admisión. Ese movimiento rotacional es captado por el sensor, que lo traduce en una señal eléctrica proporcional.
En sus versiones más tradicionales, el TPS es un potenciómetro, es decir, una resistencia variable que modifica su valor según la posición del eje. Funciona con una alimentación de 5 voltios proveniente de la ECU y entrega una señal analógica que varía típicamente entre 0.5 V (mariposa cerrada) y 4.5 V (mariposa completamente abierta). Esta señal se monitorea de forma continua, y la ECU interpreta cada cambio como una indicación directa de la intención del conductor: si hay una apertura rápida, se anticipa una aceleración; si se cierra de golpe, se espera una desaceleración o una condición de corte.
En los sistemas más recientes, especialmente en vehículos con acelerador electrónico (drive-by-wire), el TPS no está limitado a un solo sensor, sino que se integra en un sistema redundante. Aquí se utilizan múltiples sensores con diferentes escalas de lectura y lógica inversa para que la ECU pueda verificar la coherencia de las señales en tiempo real. Esto permite un control más preciso y seguro, especialmente cuando el pedal del acelerador ya no está conectado mecánicamente al cuerpo de mariposa.
Relevancia en el sistema de inyección y control del motor
El valor que entrega el TPS no se utiliza de forma aislada, sino que se correlaciona con otros parámetros como el caudal de aire (medido por el MAF o el MAP), la temperatura del motor, la presión atmosférica y el régimen de giro del motor. Esta integración permite que la ECU calcule con precisión la carga del motor, que a su vez determina cómo debe comportarse el sistema de inyección y encendido.
Cuando el TPS indica una apertura rápida del acelerador, la ECU ejecuta lo que se conoce como enriquecimiento transitorio, inyectando más combustible de forma momentánea para responder con agilidad al cambio de carga. En condiciones de carga parcial o mariposa levemente abierta, el sensor también permite modular la mezcla para lograr una combustión más eficiente y limpia, favoreciendo el ahorro de combustible.
El TPS también interviene en funciones como el corte de inyección en desaceleración, el control del ralentí, el encendido progresivo del ventilador del radiador y, en transmisiones automáticas, en la lógica de cambio de marchas. Es decir, su señal tiene implicaciones directas tanto en la dinámica del motor como en el confort de conducción.
Fallos comunes y diagnóstico
Los síntomas más frecuentes de un TPS defectuoso incluyen titubeos al acelerar, pérdida de potencia, fallos intermitentes o luz de «check engine» encendida. En motores más sensibles, una lectura errática puede provocar directamente que la ECU entre en modo de emergencia, limitando la respuesta del motor como medida de protección.
Cuando el TPS falla, puede hacerlo de varias maneras. A veces presenta zonas muertas en las que no entrega señal, o genera picos de voltaje irregulares por desgaste en la pista resistiva. En otras ocasiones, la falla está en el cableado, con señales eléctricas atenuadas por cortocircuitos, conexiones flojas o derivaciones a masa.
El diagnóstico se realiza fácilmente con un escáner OBD-II que permita visualizar la señal del sensor en tiempo real. En reposo, el valor de voltaje debería estar cerca de 0.5 V y aumentar de manera progresiva hasta los 4.5 V al acelerar. Una respuesta errática, saltos bruscos o una señal plana son indicios claros de una falla. También puede usarse un multímetro conectado en paralelo con el pin de señal, aunque este método es más limitado para ver la continuidad de la respuesta en aceleraciones suaves.
En sistemas electrónicos modernos, si hay incoherencia entre los sensores de pedal y los sensores de mariposa (ambos equipados con TPS independientes), la ECU puede desactivar el sistema de aceleración, llevando el motor a una condición de mínimo hasta que se resuelva la discrepancia. Este comportamiento protege al vehículo de una posible aceleración involuntaria o pérdida de control.
Evolución tecnológica
El TPS ha evolucionado junto con los sistemas de inyección. De ser un potenciómetro simple, pasó a integrarse en sensores digitales basados en el efecto Hall o en sistemas magnetorresistivos, que ofrecen mayor durabilidad, precisión y menor sensibilidad al desgaste mecánico. En los vehículos híbridos o eléctricos que aún utilizan cuerpos de mariposa, su funcionamiento sigue el mismo principio, aunque ya no esté directamente vinculado a una combustión interna.
A medida que los sistemas de gestión electrónica se volvieron más complejos, la necesidad de redundancia, validación cruzada y autodiagnóstico aumentó. Por eso, muchos TPS actuales cuentan con autoverificación interna, y sus fallos quedan registrados en la memoria de la ECU con códigos específicos, como P0120 a P0124, que permiten un diagnóstico rápido y preciso.
Conclusión
El TPS es mucho más que un sensor de posición. Es el nexo entre la intención del conductor y la respuesta del motor. Su correcta interpretación permite al sistema de inyección adaptar el comportamiento del motor en milésimas de segundo, equilibrando potencia, consumo, emisiones y confort. Entender su funcionamiento, su interacción con otros sistemas y los posibles síntomas de su falla es fundamental para cualquier técnico o ingeniero automotriz que quiera diagnosticar con precisión, intervenir con criterio o diseñar sistemas de control confiables. En un entorno donde la electrónica y la mecánica conviven estrechamente, el TPS sigue siendo uno de los sensores más relevantes del motor moderno.